parasha, judaismo, bejukotai

Shalom estimados lectores

 

La parashá de esta semana es una de esas porciones peculiares. Peculiaridad que rompe unos de los principios básicos de la interpretación (biur). Ese principio dice que una doctrina no se puede formular de un sólo verso. Es por eso que el “nacimiento de nuevo” que algunos enseñan, es un desvarío doctrinal, pues el texto en cuestión, no dice eso.

Pero regresemos a la porción de esta semana; levítico 23:16, recoge una palabra: komimeyut. Esta palabra sólo aparece en este texto, en ningún otro sitio del Tanaj aparece. Es una palabra compuesta, que toma como base KOM, que significa elevar, erguir,  confirmar, constituir. Por maestros del Talmud se enseña que la traducción más acertada es orgullo.

La palabra aparece en el contexto de la salida de Egipto, cuando el Dío nos sacó con poder, rompió las ataduras de la esclavitud, y nos hizo andar orgullosos de quiénes éramos.

La verdad, como he dicho, es que no vuelve a aparecer la palabra nunca más. Y aunque algunos le dan diferentes explicaciones, la verdad es que no hay motivo para sentirse orgulloso como pueblo, ni como judío.

Si hubiéramos permanecido fieles, sí. Pero viendo nuestro pasado, de pueblo rebelde, sería de necios.

Es interesante saber, que ni siquiera en la literatura rabínica se recoge esta expresión. Pero se ha vuelto a utilizar en el contexto actual y de manera desafortunada.

¿Cómo sentirse orgulloso, con el Templo destruido?

¿Orgullo de los lugares de culto pagano?

¿Orgullo de no ver cumplida la palabra de “no faltará descendencia de ti” (rey David)?

Desgraciadamente el orgullo va de la mano con la vanidad y el pecado, y este es un caso notorio.

La reflexión es necesaria, para nosotros como individuos, y para el conjunto de Israel como pueblo del Eterno.

 

Shalom.

R. Mijael Sofer